Mañana sábado se celebra el Día de la Mujer Trabajadora.
Hoy vamos a rendir nuestro pequeño homenaje a dos mujeres especiales. Curiosamente ambas comparten el bonito nombre de Amelia.
Empezaremos por una maestra. Una mujer que allá por los años 40 iniciaría su andadura docente impartiendo clase, desplazándose a remotísimos pueblos cuando las carreteras eran apenas un camino intransitable, cuando casi nadie tenía coche, ella se llamaba Amelia, conocida por todos como Amelita.
Era una habitual de la Casa del Profesor, adonde iba para tomar un café mientras fumaba un cigarrillo, imaginaros: independiente económicamente, rubia como Jean Harlow, fumando cigarrillos, y encima se había comprado un coche, creo que un Seiscientos, una mujer moderna donde las haya. Conservó una salud de hierro hasta sus noventa años, salía a pasear a un ritmo que ya quisiéramos muchos cuarentones, y siempre la recordaremos contándonos entrañables anécdotas de Falín y del Café, donde muchas veces se lanzaba y tocaba el piano con aquel ímpetu suyo tan característico.
La otra Amelia es una de nuestras más queridas clientas, fiel al bizcocho de frutas. Mujer menuda y silenciosa, pero no por ello con una fuerza y coraje menores, todo lo contrario, es una mujer que es ejemplo de trabajo duro, de honradez… Amelia, viuda de Millán, la vemos por Salas a diario, siempre centrada en sus quehaceres, a veces de paseo con una preciosa nieta. Amelia, te deseamos un feliz día de la mujer trabajadora.
